El proceso de lograr objetivos bastante obvios a veces presenta sorpresas que pueden cambiar el curso de la historia.
Eso es lo que les pasó a las personas de las que trata este artículo.
La expedición "perdida"
En octubre de 1492, después de tres meses de un viaje agotador, los tres barcos españoles finalmente llegaron a su destino: unas islas frente a la costa de Asia Oriental.
Se realizó la tarea más importante: encontrar una ruta comercial corta y segura a Asia a través del océano Atlántico. Se suponía que desde entonces una corriente de productos exóticos y joyas fluiría hacia Europa sin cesar.
Los marineros y su líder, que más tarde se haría famoso en todo el mundo, tenían toda la razón. A Europa le esperaba una afluencia de tesoros sin precedentes.
Pero en una cosa estaban equivocados. Las tierras que encontraron no tenían nada que ver con Asia. Era el continente, que en aquellos tiempos no estaba en ningún mapa.
Ya habrán adivinado que se trata de la expedición de Cristóbal Colón, quien estaba buscando la posibilidad de llevar mercancías por mar de manera más cómoda y al final logró su objetivo y a la vez hizo un gran descubrimiento. América se convirtió en una fuente de recursos mucho más importante para los países europeos que la India y China, gracias a la perseverancia de una persona.
En la ilustración: el cuadro del pintor Dióscoro Puebla "Primer desembarco de Cristóbal Colón en América".
La medicina que salvó millones de vidas
En 1928, el microbiólogo británico Alexander Fleming realizó un experimento común con el objetivo de estudiar cómo el cuerpo humano resiste a las bacterias patógenas. Por pura casualidad, el científico descubrió que las bacterias dejadas en las placas de laboratorio habían sido destruidas por el moho.
Esta observación permitió a Fleming extraer del moho una sustancia que luchaba contra las infecciones: la penicilina. El camino hacia el éxito fue largo: solo en el año 1940 se obtuvo una muestra de penicilina bastante estable para poder ser utilizada para la producción en masa. Todo ese tiempo, Fleming no se daba por vencido y continuaba mejorando la técnica de obtener y usar el producto. Durante 12 años estuvo cultivando moho y compartiendo muestras con otros científicos para que ellos también pudieran extraer la valiosa sustancia.
Como resultado, se crearon los primeros antibióticos. El descubrimiento de Fleming fue apreciado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la penicilina salvó a millones de soldados y civiles heridos. En 1945, el científico fue galardonado con el premio Nobel.
Este es otro buen ejemplo de cómo una persona que va avanzando sistemáticamente hacia una meta logra un resultado con el que ni siquiera había soñado. Sir Fleming no solo descubrió un nuevo medicamento bactericida. Su descubrimiento permitió el tratamiento fácil y rápido de enfermedades mortales: tuberculosis, escarlatina, sepsis y otras.
En la foto: Alexander Fleming en el trabajo.
¿Qué tienen en común estas dos historias? Los dos personajes históricos tenían los objetivos concretos. El navegante quería hacer más fácil la llegada de productos exóticos a Europa. El científico estaba tratando de encontrar una forma más eficaz de combatir las infecciones.
Colón se daba cuenta de que para un largo viaje marítimo necesitaría muchos recursos que solo las personas muy ricas le podían proporcionar. Una y otra vez presentaba su idea a personas influyentes en diferentes países, hasta que le respondieran los Reyes de España.
Fleming entendía que descubrir una nueva forma de combatir las enfermedades era posible solo a través de experimentos científicos. Por eso seguía realizando escrupulosamente experimentos en el laboratorio.
Los dos sabían exactamente lo que querían, lo que necesitaban y cómo podían lograrlo. Actuaron, hicieron esfuerzos, no se rindieron ante las dificultades y al final obtuvieron un resultado que superó con creces su intención original.
El potencial latente de su objetivo
No deberíamos pensar que sólo grandes personajes del pasado podían ser tan persistentes, previsores y decididos. Cualquier persona puede establecer correctamente un objetivo, elegir el camino óptimo hacia él y lograr éxito. Pero la pregunta es: ¿por dónde empezar? ¿Cuál debería ser el primer paso?
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