Vivimos en una época de rápido desarrollo de la tecnología de la información. La mayoría de nosotros está rodeada de nuevos aparatos industriales y domésticos, de todo tipo de dispositivos que nos ayudan en la vida cotidiana.
Cada día se crean nuevos dispositivos que tienen como objetivo atraer la atención del consumidor masivo, donde quiera que esté: en casa, en el camino, en el trabajo. En unas décadas, los teléfonos móviles han sustituido casi totalmente los teléfonos fijos, las pantallas de plasma ultrafinas han reemplazado a los viejos televisores CRT y el internet se ha hecho disponible para 4 mil millones de personas en el planeta.
Muchos creen que la tecnología es el valor principal del siglo XXI. ¿Será verdadero?
Ilusiones perdidas
La ciencia y la producción han avanzado mucho, creando nuevos productos destinados a servir a la humanidad. Las personas disfrutan de estos beneficios tecnológicos, pero su alegría de haber comprado un nuevo dispositivo es de corta duración y transitoria.
Por ejemplo, los teléfonos móviles se vuelven bastante rápidamente poco atractivos para los consumidores. Los modelos se vuelven obsoletos, porque vienen nuevas versiones más avanzadas y más funcionales.
El primer teléfono portátil, lanzado en 1989, a pesar de su impresionante tamaño, costó una fortuna. Sólo una persona adinerada podía permitirse tener un teléfono así.
En la foto: el primer teléfono portátil lanzado en 1989.
Durante tres décadas, se han producido miles de modelos de teléfonos móviles que ahora no tienen ningún valor.
Los vertederos en diferentes partes del mundo están llenos de toneladas de equipos obsoletos e inútiles. Todo tipo de electrodomésticos, ordenadores, dispositivos móviles con el tiempo se convierten en basura inútil.
Los viejos inventos se convierten en cosas del pasado, mientras aparecen cosas nuevas y más refinadas. La gente sigue comprando novedades de alta tecnología, tratando de "encajar" y mantenerse al día con las últimas tendencias, pero no usa todas las funciones de sus nuevos dispositivos, utilizando solo una pequeña parte de ellas.
Cuanto más rápido es el progreso, más rápido las cosas pierden su relevancia, se vuelven más baratas y, a menudo, se deprecian por completo. Una persona gasta mucho dinero en nuevos dispositivos sin darse cuenta de que es una inversión desventajosa. Adquiriendo los "juguetes" costosos, las personas pierden constantemente una cierta parte de las acumulaciones personales.
Como resultado, la carrera por la moda y por las últimas pero efímeras tendencias conduce al hecho de que:
Las finanzas se gastan de manera ineficaz, sin aportar beneficios a largo plazo.
El capital no se conserva.
¡La elección es suya!
Imaginemos que usted tiene el capital y la libertad de usarlo como quiera, y desea gastar su dinero de manera efectiva y rentable. ¿Cuál será su elección?
¿Qué preferiría usted?
Comprar otro dispositivo que pronto se depreciará y perderá relevancia, o hacer una contribución a largo plazo para su futuro?
¿Realmente necesita seguir tendencias pasajeras o debería prestar atención a lo que le traerá beneficios tangibles y confianza en el futuro?
Valor eterno
Incluso en la época de las innovaciones técnicas, los valores eternos siguen siendo relevantes, y el principal de ellos es el oro.
El oro siempre ha sido muy apreciado por la gente, como garante de su bienestar material y su prosperidad. La demanda de metales preciosos supera todos los récords, y su precio mantiene una tendencia constante hacia el crecimiento.
Tanto los inversores experimentados como la gente común compran oro para proteger sus ahorros personales de la inflación y la depreciación de la moneda. El metal amarillo es el activo más prometedor del siglo XXI que existe fuera del sistema político y no está expuesto a riesgos económicos.
El oro es una riqueza real, y no un accesorio de moda que pronto puede volverse irrelevante.
¡Las tendencias cambian, el oro permanece!